miércoles, 1 de abril de 2009
Aunque prohibidos en La Plata, los graffitis aparecen de nuevo
Por Miguel Graziano
La primera vez que estuvo en La Plata, a principios de los 2000, intentó estudiar en la facultad de Bellas Artes, pero cursaba poco y gastaba mucho. Entonces, volvió a su Bahía Blanca natal, donde se recibió de profesor de artes visuales, con la cuenta pendiente. Ya pintaba paredones, pero en el sur de la provincia se la tomó con todas las paredes que pudo. Ahora, recorre diagonales otra vez, sorprendido por la gran cantidad de lugares libres. Se enteró de la existencia de una ordenanza llamada Ciudad Limpia, que obligó a sus colegas platenses a guardar los aerosoles y ahora sale a la calle en busca de venganza: acaba de pintar un enorme rostro del rapero Snoop Dog (también protagonista de un reality show familiar junto a su mujer y sus tres hijos) en el paredón de 10 y 47 y amenaza con colorear toda la ciudad.
Emmanuel Pellegrino, Kase o Crome, según su firma en los paredones, se juntó con Martín Pricolo y un amigo de Buenos Aires que se mantiene sin nombre y se tapa la cara cuando se saca fotos, aunque firma como Power. También invitaron a una chica que trabajó con una técnica de collage, poco utilizada en los paredones pintados con graffitis o stencill. Ella firma como Typer Cube y su nombre real también es secreto.
“La primera vez que vine a La Plata me volví loco. La ciudad estaba llena de colores. Todos los paredones pintados, pero mientras estuve en Bahía Blanca sacaron una ley o algo así en la que prohibieron las pintadas. Tapaban todos los paredones con un slogan que decía Ciudad Limpia, esas cosas. Y ahora, ya no quedan graffiteros en la ciudad”, describió Emmanuel.
El programa que casi acabó con el graffiti artístico en la ciudad fue aprobado por el Concejo Deliberante a fines de 2006 y presentado por el ex intendente Julio Alak en marzo de 2007. Consistía en ocupar todas las paredes de la ciudad con una leyenda en la que se daban recomendaciones a los vecinos sobre cómo mantener una ciudad limpia, con la consiguiente prohibición de pintadas políticas partidarias o graffitis de cualquier tipo.
Aunque la ordenanza aún no fue derogada, ya no hay en el gobierno local aquel desenfreno por ocupar todos los espacios de propaganda y los graffiteros se las arreglan para salir a pintar. “Conseguimos un permiso del dueño por escrito y luego nos mandamos con algún amigo o compañero”, explicó Emmanuel.
“Lo de Ciudad Limpia tiró abajo a los chicos, porque si hacías alguna pintura te la tapaban a los dos o tres días. Por eso se fueron a pintar a las vías y los dibujos no se ven tanto en el centro, aunque de a poco regresan. Además del que hicimos nosotros en 14 y 47 hay otro en la esquina de un colegio, en 9 y 47, y otro más al lado del club Sporting, en 11 y 40”, ennumeró el artista.
“Siempre fue difícil salir a la calle a pintar algún paredón. Te cae la policía y te quiere llevar en cana, por eso salimos con permisos de los dueños de las propiedades, para evitar que nos traten mal y pasar un momento malo”, agregó.
–¿Por qué pinta?
–Me gratifica un montón.
–¿Y además?
–A mi me sirvió para conseguir trabajo. Me contrató una empresa para que le pintara dos murales en su sede de Palermo. Ahora se mudaron a San Isidro y me volvieron a llamar. Pinté tres pisos y un dibujo que tiene 15 metros de largo. Les encantó y me contrataron. Trabajo con ellos con la condición de poder seguir haciendo trabajos por mi cuenta, en la calle. Y me dedico a la ambientación de espacios.
–¿Cuánto cuesta hacer un mural?
–Depende. Con 200 pesos hacés un buen mural. Pero hay que tener en cuenta que cada aerosol sale 17 pesos.
–¿Cómo se eligen los temas?
–Snoop Dog fue porque tenía ganas. Está relacionado con el graffiti, pero fue por ganas nomás. Otras veces se trabajan temas más filosóficos o de física cuántica, que me encanta. Puede ser que te pases tres meses trabajando en una idea, yendo al paredón a plantear bocetos.
–¿Cuál es la técnica?
–Sólo hay que manejar el aerosol. Lleva mucha práctica, muchos años.
La historia
El graffiti nació en Nueva York. Uno de los primeros graffiteros conocidos fue Taki 183 un joven inmigrante griego que trabajaba como mensajero y pintaba su firma en todos los sitios donde entregaba documentos y paquetes. Poco después apareció Keith Haring un artista que empezó a pintar sus dibujos en sitios públicos, primero pegando posters y luego pintando directamente sobre muros y los paredes de los subtes.
Nota publicada en la sección Cultura del diario Diagonales, de La Plata
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