viernes, 27 de marzo de 2009

Andrés Rivera: realidad y ficción


Por Miguel Russo

Andrés Rivera es lo que a el más lo ofende que le digan: un referente. Un referente de la literatura comprometida (otra de las cosas por las cuáles se enoja mucho), un referente de los intelectuales de izquierda (ni hablar, para él no existen y putea, bajo o no, cada vez que se lo mencionan), un referente (y mira torcido, a punto de dar por terminada cualquier charla). Pero no, la charla con este hombre de 81 años que acaba de publicar Guardia Blanca, su último libro, todavía no empezó. Entonces, toma un sorbo de Jack Daniels, prende el primer cigarrillo y dice "vamos", como para dar comienzo al viaje.
–Personajes raros, los de Guardia Blanca, burgueses atemorizados, ahí nomás del fascismo...
–Como la sociedad argentina.
–Se lleva mal con la sociedad, ¿cómo se lleva con este gobierno?
–A ver, ¿cómo se puede estar conforme o disconforme ante este panorama? Cuando vienen los estancieros y hacen la guerra, no hay otro lugar que ponerse de este lado del gobierno. Si hay un enemigo actual en el país, son ellos. Que arrastran, por ejemplo, a los metalúrgicos que, sin actividad en el campo, se quedan sin trabajo. Y como no hay conciencia de clase ni por puta, todo se mezcla.
–¿Y la izquierda?
–Cierta izquierda se deja arrastrar con títulos absurdos como "viva la heroica lucha campesina". En este país no existe la izquierda. Hay algunos muchachos y muchachas que militan, pero no hay dirigencia de izquierda sensata, que proponga un discurso lógico. La situación política y económica se está enrareciendo; el capitalismo entró en una crisis que va a durar mucho. El panorama no es nada bueno.
–Sobre todo cuando no hay nada del otro lado para hacerle frente a la crisis de un sistema que se propone único...
–Claro, no hay nada que se le oponga. Entonces, pueden sanar sin problemas, a costa de todos nosotros.
–Usted cree que Ortega, Chávez, Tabaré, Lula, Cristina Fernández, a quienes se suma el reciente triunfo del Farabundo Martí en El Salvador, son gobiernos encargados de lamerle las heridas al sistema...
–No, por cierto. Pero van a tratar de llegar a acuerdos. Miremos Europa y su aberrante giro hacia la derecha: Berlusconi, Francia. Hasta los socialistas moderados y reformistas están perdiendo en manos de la derecha.
–Según su punto de vista, estaría todo perdido...
–Creo que es así. No hay alternativa. No hay cuestionamientos al mundo capitalista.
–Con ese panorama tan desolador, ¿por qué seguir escribiendo?
–Porque es un consuelo.
–¿Personal o para los lectores?
–¿Quiénes son los lectores? No me importan los lectores. Todo es personal. Publiqué un libro recién, empecé un libro de cuentos. Pero tengo pocas ganas.
–¿Por qué?
–La edad conspira bastante. Me levanto, compro los diarios, desayuno con ellos. Cuando llegan las doce pongo TN. No dan muchas ganas de escribir.
–¿Qué le hace la realidad a sus ganas de escribir?
–Las destroza. El impulso interior del que hablaba Faulkner surge muy pocas veces. Está el oficio, nada más.
–¿Escribiría un libro con puro oficio?
–No, de ninguna manera. Yo quisiera describir esta anomia política y social que existe en e país. Quisiera, pero creo que no puedo. Para mi es casi imposible. Porque, cómo poner en el papel que a nadie le importa nada de nadie así se esté muriendo de hambre. Cómo poner el pedido de subsidios y cómo poner, sobre todo, las dádivas del estado burgués al dar esos subsidios. Cómo describir a los punteros trabajando para eso, ya sean de la oposición o del oficialismo.
–¿Cómo describirlo, así, a secas, o cómo describirlo sin ponerse a la derecha con la denuncia?
–No creo que me vayan a leer como un escritor de derechas. Además de los años que llevo en esta vida ideológica, está el oficio. Sin que apele a consignas, mostrar en el papel, con una voz que sea verosímil, que esto, el mundo en el que vivimos, se pudre hasta el infinito es complicado. Y mucho más que le suscite al lector interrogantes.
–¿Cuál es el interrogante que le gustaría plantearle al lector?
–Por qué vivimos así, qué hace da uno para que no se viva así, quién es cada uno para que se viva así. Que se cuestione.
–Demasiado psicoanalítico...
–No. Esos lectores no sólo buscan lecturas que tengan bien colocados los signos de puntuación. Son lectores estetas.
–¿Y no va a escribir ese libro?
–No, me estoy peleando conmigo mismo para escribirlo. Pero me da la sensación de que ya no tengo tanto tiempo para hacerlo. De todos modos está la pelea, que ya es algo.

Nota publicada en la sección Cultura del diario Diagonales, de La Plata.

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