martes, 31 de marzo de 2009

"En Cuba, Walsh se definió por la revolución Latinoamericana"



Enrique Arrosagaray y los detalles de su investigación sobre Walsh

Por Julio Ferrer

Se cumplieron 32 años de la desaparición forzada de Rodolfo Walsh, emblema indiscutible de la literatura argentina y del periodismo. Lo secuestro un grupo de tareas de la Esuela de Mecánica de la Armada (ESMA) el 25 de marzo de 1977, el mismo día que el periodista enviaba las copias de su "Carta abierta de un escritor a la Junta Militar" donde denunciaba el plan sistemático de exterminio político-social-económico y cultural del país, ejecutado por el dictador Videla.
La vida y obra de Rodolfo Walsh sigue siendo analizada desde distintos aspectos, periodísticos, filosóficos, literarios. Sin embargo, existe poco material sobre una de sus etapas fundamentales: la de la Cuba Revolucionaria. Uno de ellos es el del periodista Enrique Arrosagaray que viajó a la isla rebelde hace algunos años para investigar y conocer en profundidad por medio de sus protagonistas, la experiencia de Walsh en dos años (1959-1961) que marcaron a fuego su transformación política revolucionaria y la de toda Latinoamérica. Su vínculo con el proceso revolucionario cubano, el Che, Fidel Masetti, la agencia de noticias Prensa Latina (PL). Todo esto se encuentra en su libro Rodolfo Walsh en Cuba. Agencia Prensa Latina, militancia, ron y criptografía (Catálogos 2004).
–¿Qué lo motivó a investigar la vida de Rodolfo Walsh en Cuba?
–Fue porque descubrí que no había nada ni investigado ni escrito y que hacía falta hacerlo. Además, porque seguramente mucho de lo que aprendió en La Habana y en ese pulmón revolucionario que fue Prensa Latina, tenía que haberlo hecho crecer políticamente y definirlo hacia posturas de izquierda, revolucionarias. Y para conseguir esta información, debía viajar a aquella ciudad para preguntárselo a sus más íntimos compañeros. Y eso es lo que hice.
–¿Cuándo se incorpora Walsh a la agencia Prensa Latina?
–A mediados de 1959, personalmente. Pero dos meses antes, cuando Jorge Masetti, el director de la agencia, lo llamó telefónicamente desde La Habana, ya le encargó un trabajo para la agencia: gestionar la apertura de una filial de la agencia en Río de Janeiro, hacia donde fue Walsh en Mayo con su esposa de entonces, Estela Poupée Blanchard.
–¿Qué función desempeñaba y qué otros colegas argentinos trabajaban en PL?
–Apenas llegó, Masetti lo nombró jefe del Departamento de Servicios Especiales, que se dedicada a la producción de materiales periodísticos más extensos y profundos, notas especiales casi siempre acompañadas con material fotográfico. En la agencia, además de Rogelio García Lupo, más conocido como “Pajarito”, trabajaron otros argentinos como el Chango Muñoz Unsain, Antonio Módica, Jorge Timossi, la propia Poupée unos pocos meses y Carlos Aguirre –hasta hace poco en Clarín–, entre otros.
–¿Cómo era la relación de Walsh con Masetti?
–Las versiones son diversas, yo me animo a decir que sobre una base de compartir ideales centrales, tenían altibajos que, como cuenta Poupée, se resolvían con chorizos trevijanos, vinos españoles y ron.
–¿Y con sus colegas cubanos?
–Con los periodistas cubanos, muy jóvenes en general, tuvo una relación excelente, pero partiendo de que ellos lo veían a él como un hombre grande y muy experto. Parece mentira, Walsh tenía ahí 32 ó 33 años ¡era apenas un muchacho grande! y lo veían como a un viejo. Pero hay que recordar que con la lucha política planteada en todo el país y, naturalmente, dentro de la propia agencia, uno cuantos ya no lo miraron bien. En esa puja Walsh no fue neutral y cuando uno no es neutral es razonable que se gane algunas enemistades.
–¿Cómo conoce al Che y a Fidel Castro?
–Los conoce durante ése período en La Habana. Pero yo no he escuchado ni leído ningún encuentro donde charlara con Fidel. Con el Che sí compartió ratos en la oficina de Masetti. El mismo Walsh lo dejó escrito en un texto dedicado al Che tras su asesinato en octubre del 67'en Bolivia.
–En abril de 1961 Cuba sufre una derrota histórica en Bahía de los Cochinos en manos del imperialismo norteamericano. Y parece que Walsh jugó un papel importante...
–El papel de Walsh fue singular. Aún es poco conocido y algunos aspectos de este tema aún son discutidos, incluso por sus propios compañeros de Prensa Latina. También acá en Buenos Aires. Lo cierto es que un día, en la agencia, Masetti le dio a Walsh una tira larguísima de papel de teletipo con textos ilegibles para cualquiera. Sospechó, y le pidió a Walsh que tratara de descubrir si ahí había algo importante. En mi libro, varios periodistas cubanos y argentinos cuentan sus opiniones al respecto. En definitiva Walsh descifró esos textos y se confirmó que eran cables encriptados que la CIA enviaba desde Guatemala a Washington. Muchos cables con distintos temas, pero uno de ellos hablaba de un tema crucial: la preparación en Guatemala, de un grupo numeroso de cubanos y otras yerbas, que estaban recibiendo instrucción militar con financiamento de Estados Unidos, con el objetivo de invadir Cuba para derrocar al gobierno revolucionario. Muchos días estuvo trabajando Walsh para descriptar eso. Uno de los misterios que se planteó más de uno es desde cuándo Walsh sabía criptografía. Su esposa Poupée me dijo que su marido tenía un librito de una colección francesa llamada "Je Sais Tout", que enseñaba en pocas páginas, esa técnica tan usada en el espionaje desde siempre. Y me contó también que el trabajo lo hizo en el comedor de su casa, pero me lo contaba con tono de protesta porque le había desordenado toda la casa. En ese momento ellos vivían en el edificio Focsa, a tres cuadras de la Agencia.
–¿Cómo terminó esa tarea de descifrado en Cuba?
-Bien porque a pesar de las cargadas que recibía de Masetti e incluso de García Márquez, a partir de los descifrados parciales que Walsh iba acercando, no se desanimó, terminó y se encontraron con que tenían detalles impensados de una invasión que se venía. Masetti envió esa información al Che y seguramente a Ramiro Valdés, jefe del G2 (seguridad cubana).
–¿Por qué Rodolfo Walsh deja PL?
–Los únicos que hoy deben tener en algún cajón una respuesta más o menos completa son los servicios de inteligencia de la Isla. Algo deben haber guardado. Lo que yo puedo decir es que Walsh tuvo en mente más de una vez irse de la Agencia. Algunas veces para cumplir otra tarea dentro mismo de la revolución, como alfabetizar. Otras veces habló de irse a Europa. Pero se fue, puntualmente, luego de la invasión pronorteamericana rechazada. Era un momento de festejo y él mismo había colaborado en ese triunfo pero en vez de disfrutar del triunfo se fue y volvió a Buenos Aires.
–Pero hubo un detonante...
–Creo yo que hubo dos detonantes. El primero, que echaron, disfrazado de una renuncia, a Masetti de la presidencia de la Agencia y a otros jóvenes y valiosos periodistas, producto de la tremenda lucha política que habían desatado los sectores que le hacían la veña a los seudocomunistas soviéticos encarnados sobre todo en el PC Cubano (se llamaba entonces Partido Socialista Popular) y que pretendían sojuzgar el patriotismo revolucionario desatado en toda la Isla y enchalecarlo para que sea apenas una pieza más del tablero de la política internacional de disputa con los Estados Unidos.
–¿Y el otro punto?
–Pocos días antes de la invasión de Cuba, en la revista Che de Buenos Aires –que dirigía Pablo Giussani– sale un artículo de Walsh, presentado en la propia tapa, en la que se cuenta que "en un lugar del caribe" se habían descriptado las claves de la CIA; es decir, la CIA quedaba informada de que en Cuba, el gobierno revolucionario tenía sus claves y que por lo tanto, sabían de los preparativos de invasión. Esto debe haberle caído muy mal a la dirigencia cubana, salvo que Walsh haya elaborado ese material y lo haya hecho publicar en Buenos Aires por sugerencia de la inteligencia cubana con la intención de que los norteamericanos decidieran frenar la invasión al saber que estaban al descubierto. Lo cierto es que esto, sin duda, puso muy mal a Walsh. Si se fue o lo fueron, lo deben haber sabido sólo media docena de hombres.
–A partir de entonces ¿cómo sigue su relación con la Cuba Revolucionaria?

–Walsh entiende en Cuba qué es una revolución y su vida queda abrochada a esos ideales. Pero vuelve con broncas y algunas desilusiones a Buenos Aires y, por lo menos la relación pública, queda cortada hasta fines de 1967, cuando lo invitan a actividades culturales a La Habana. La mujer que lo acompañó desde aquel momento, Lilia Ferreyra, me dijo que su él se alegró mucho de esta invitación, que le encantó volver a la Isla y a ver a muchos de sus queridos amigos. Restañó con aquél gesto las heridas que pudieron haber quedado.

EL AUTOR
Enrique Arrosagaray es periodista y escritor, actualmente director de Derechos Humanos de la Municipalidad de Avellaneda. Publicó artículos en los diarios Clarín, Pagina 12, Perfil, Miradas al Sur, en las revistas La Maga y Nueva Presencia. Plasmó sus investigaciones sobre la historia política argentina en libros como Los Villaflor de Avellaneda (1993), Biografía de Azucena Villaflor (1997), Rodolfo Walsh, de dramaturgo a guerrillero, entre otros.

Publicado en la sección Cultura del diario Diagonales, de La Plata

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